Uno de los puntos acordados por el Gobierno nacional con el Fondo Monetario (FMI) es la reducción del peso de los subsidios a la energía para achicar déficit fiscal. Esto implicará sin dudas, un aumento en las boletas de la luz y el gas que pagan los usuarios.
Las precisiones todavía no están, pero en esta nota nos anticipamos y te contamos cómo se conforma la tarifa final de los usuarios residenciales en cada caso y cómo podría impactar la baja en los subsidios (difícilmente haya una quita total porque sería un salto muy grande en el precio final).
Tanto el mercado de la energía eléctrica como del gas natural es complejo: tiene, por un lado, los generadores y por otro, las empresas de transporte (mayorista) y las de distribución (aquellas que llevan el servicio al minorista en su domicilio).
El precio que pagan los usuarios finales, en ambos servicios, tiene un componente que cubre el precio que pagan a los productores, o al mercado mayorista, las empresas distribuidoras y otro segmento que remunera la parte de estas distribuidoras y de las empresas de transporte de la energía.
El consumidor no conoce de estos rubros diferentes porque en la boleta sólo aparece el precio final que incluye todas estas consideraciones.
En Argentina, desde hace varios años, el primer componente, el precio mayorista, esta subsidiado. Es este rubro el que ha muestra los mayores desfasajes: es decir, los usuarios pagan la energía a un valor muy inferior al costo de generación y el Estado cubre la diferencia con un subsidio.
Esta brecha se había achicado en la gestión anterior (a partir de 2016), pero desde 2020 se volvió a agrandar. Hoy en la electricidad el precio cubre alrededor del 35% del costo.
La diferencia se agranda con la guerra en Ucrania por el aumento del petróleo y el gas a nivel internacional. El país necesita importar y eso encarecerá el precio interno y los subsidios a pagar.
Además del primer escalón de subsidios que abarca a todo el país, cada empresa distribuidora (son distintas según las provincias y las regiones) tiene una política tarifaria diferente.
En general, las empresas de energía de las provincias no aplican subsidios y el costo de distribución se cobra casi pleno a los usuarios, pero las empresas que están reguladas por la Nación y que operan en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba) sí los tienen.
Es decir, los residenciales de la capital y alrededores no pagan por completo los precios de transporte y de distribución. Por esa razón, las tarifas aquí son más baratas que en el resto del país.
Esto no sucede en el gas domiciliario ya que el ente regulador mantiene una política tarifaria similar para todas las empresas distribuidoras.
Para los usuarios es importante conocer cómo se calcula la tarifa final y cómo impacta una suba o disminución en su consumo.
Tanto en la electricidad como en el gas mientras más se consume, el precio por unidad (kilovatio, kw, o metro cúbico, m3) a pagar es más caro. Pero hay una gran diferencia en cómo se aplica esa progresividad.
En la energía eléctrica, si bien cada empresa aplica valores diferentes, la boleta final funciona así: hay un costo fijo y, además, todos los consumidores pagan valores diferenciales del kw según el escalón de consumo. Es decir, se paga un precio por los 100 primeros kw consumidos, otro valor más alto por los segundos 100 kw y así.
Este sistema hace que no haya grandes saltos si un bimestre uno consume un poco más o menos.
En cambio, en el caso del gas se cobra de otra forma: se clasifica a los clientes en una categoría según su consumo de los últimos 6 bimestres (último año) y, en base a esto, se aplica un cargo fijo y un precio del m3.
Las categorías son: R1 (con consumos hasta 500 m3 anuales); R2 (hasta 1000 m3), que se dividen en subcategorías R2-1, R2-2, y R2-3; y R3 (más de 1000 m3), dividido en R3-1, R3-2, R3-3 y R3-4. Los límites de cada escalón son para todo el país salvo en algunas regiones o ciudades con climas más fríos, que tienen valores especiales.
Es decir que el usuario paga todos los m3 al precio de la categoría en la cual está ubicado en ese bimestre. Como este escalón puede variar de un período a otro, los cambios en los precios se amplifican y pueden ser bruscos.
Puede suceder por ejemplo, que, al aumentar su consumo (en caso de un invierno muy frío) una familia pase a una categoría superior y tenga un doble incremento en la boleta: por el mayor consumo y porque paga más caro el cargo fijo y todos los m3 consumidos.
Por: Paula Martinez
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