El Gas Natural Comprimido (GNC) tuvo una actualización en sus precios hace unos días en Argentina. Desde el sector empresarial respaldaron el aumento y explicaron que ellos “no compran el gas como lo entregan, sino que existe una fase en la que hay que comprimir y enfriar y esto tiene un costo”.
Ahora bien, la pregunta que las personas se hacen es si, en este contexto de pandemia de Covid-19, todavía conviene pasar un auto naftero a GNC.
Según datos de Cámara Argentina de Productores de Equipos Completos de GNC (Capec), el 2021 cerró con un 20% más de conversión de autos, en comparación con el mismo período de 2020. La respuesta hay que buscarla en lo que viene ocurriendo con las naftas y las complicaciones diarias que afronta el bolsillo del automovilista.
Otra respuesta son los costos de instalación que variaron poco más allá de la inflación y el salto constante del dólar.
«Estamos en el orden de las 11.800 conversiones, justamente, por mes. En 2019 la estadística fue de 13.000. No estamos tan lejos. El año dramático fue el 2020, el primero de la pandemia. Ahí nuestro sector cayó a las 8.100 instalaciones por mes. Estamos transitando un aumento del orden del 20% respecto de 2020», señaló a fines de 2021 Horacio Magrath, titular de Capec.
Quien toma la decisión de pasarse a GNC evalúa principalmente la cuestión monetaria. Si bien sabe que tiene que hacer una inversión inicial para instalar el equipo, entiende que amortizará el dinero destinado a los pocos meses de uso
Desde mediados de 2021 el valor de los equipos de gas se mantuvo en un valor que promedia los 80.000 pesos. Si bien hay costos en dólares en parte de esas unidades, lo cierto es lo que los fabricantes siguen absorbiendo esa cuota con tal de mantener los precios de conversión».
Además, los talleres especializados donde se hace la instalación y adaptación de los autos continúan brindando alternativas de pagos en 12, 18 y 24 cuotas.
Según especialistas del rubro, con un tubo de 10 metros cúbicos de gas se pueden recorrer 120 kilómetros, mientras que, el consumo promedio (ciudad y ruta) de un naftero es de 10 kilómetros por un litro. En un viaje de 400 kilómetros, con GNC, una persona sólo gastaría $ 2.400 (60 pesos el metro), mientras que con un automóvil a nafta súper el monto sería de $ 4.000 (100 pesos el litro de súper).
A diferencia de los sistemas de segunda y tercera generación, los equipo de quinta inyectan la cantidad exacta de GNC mediante inyectores comandados por una computadora, en cada cilindro del motor, lo que facilita que el vehículo se comporte casi con las mismas prestaciones que cuando funciona a nafta, en los distintos estados de carga del motor.
El gas natural es el combustible alternativo que tiene la combustión más limpia. Las emisiones de la descarga de vehículos GNC son mucho más bajas que las de vehículos a gasolina. Por ejemplo, las emisiones de monóxido de carbono de los vehículos a GNC en promedio son aproximadamente un 70% menores, las emisiones de hidrocarburos no metánicos son 89 % menores y las emisiones de óxidos de nitrógeno son 87 % más bajas. Además de estas reducciones en contaminantes, los vehículos a gas natural respecto a los vehículos a gasolina también emiten cantidades significativamente menores de gases de invernadero.
También producen muy poco o prácticamente nada de emisiones por evaporación durante el llenado del vehículo y régimen de uso. Al respecto es importante señalar que en el caso de los vehículos a nafta las emisiones evaporativas y de llenado representan al menos un 50 % de las emisiones de hidrocarburos totales.
Además de la inversión inicial, hay que tener en cuenta otros gastos que se deben afrontar como la prueba hidráulica, por ejemplo, la cual debe realizarse cada cinco años. También la renovación de la oblea, que se hace todos los años.
A su vez, hay que contemplar el recambio de bujías (cada 20 mil kilómetros) y de cables.
Como detallamos, son varios los factores que entran en juego a la hora de determinar en cuánto tiempo se recuperará la inversión inicial.
Los vehículos que operan con gas natural son más seguros que los que operan con combustibles tradicionales. Esto se debe a que los tubos son sellados, lo que impide cualquier derrame o pérdidas por evaporación.
Aunque ocurriera una fuga, el gas natural se disipará a la atmósfera porque es más liviano que el aire, según datos de la Cámara Argentina del Gas Natural Comprimido (CAGNC).
Por: Lisandro Tosello
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