En un año en el cual las dificultades financieras están a la orden del día y el costo del dinero es altísimo, no hay que desperdiciar el cobro del aguinaldo.
Si tenemos posibilidad de ahorrar, hay que hacerlo lo antes posible en una opción que genere un rendimiento superior a la inflación. Si ya tenemos planeado un gasto (cambiar el auto, hacer un arreglo en la casa, comprar un electrodoméstico, pagar las vacaciones), lo mejor es hacerlo al menor costo financiero posible.
Pero en esta nota vamos a ver una alternativa que mucha gente está esperando: cancelar o reducir una deuda complicada.
En nuestra familia podemos tener distintas deudas, con diferentes destinos, condiciones, plazos y modalidades.
Si bien reducir el endeudamiento puede ser una meta deseable, antes que nada hay que preguntarse “para qué”. Cancelar un financiamiento porque sí, incluso usando dinero que podríamos necesitar luego (y tendríamos que salir a pedir prestado a un costo mayor) puede ser un mal negocio.
Las situaciones pueden ser muy diferentes, pero los objetivos deberían ser:
En cualquier caso, lo que deberíamos buscar es aliviar nuestra situación financiera.
Con esto en mente, lo importante es pensar en forma global todas nuestras finanzas familiares: analizar todo el endeudamiento que tenemos, todas las alternativas de obtener crédito y todas las opciones para colocar nuestro dinero ( en este caso, el aguinaldo). De esta manera, podremos tomar la mejor decisión.
Una familia puede tener un amplio abanico de endeudamiento de distinto tipo: plazos diferencias (de vencimiento casi inmediato, cuotas inferiores a un año, pagos por varios años), con tasa fija o variable, con o sin garantía y, sobre todo con costos muy diversos.
Con esta información nos tenemos que preguntar ¿cuál es la deuda que más nos complica? ¿cuál nos generaría el mayor beneficio si la podemos cancelar o reducir sustancialmente?
Exigencia inmediata. Aunque muchos piensen que la peor deuda es la de mayor monto, esto no siempre es así. En realidad, la que más nos complica es la que tenemos que pagar en forma inmediata, en la cual el costo del incumplimiento es sumamente alto.
Va un ejemplo: tiene un mayor impacto en nuestro presupuesto una deuda con tarjeta de crédito por $ 50.000 pesos con vencimiento al mes siguiente, que un crédito hipotecario a 15 años por $1.000.000 con cuotas de $ 10.000 mensuales.
La primera es mucho más difícil de pagar y su incumplimiento genera altísimos intereses que se van acumulando para acrecentar la deuda en muy poco tiempo. Esta es, sin duda, la que deberíamos cancelar si tuviéramos el dinero. Recordá que pagar sólo el saldo mínimo genera un efecto parecido porque se financia el resto al elevado costo actual.
Cuánto cuesta. El segundo elemento para considerar es el costo financiero total de cada obligación contraída. Por supuesto, ante préstamos de características similares, debemos elegir cancelar aquel que sea más caro.
Tengamos en cuenta que no sólo la tasa de interés forma parte del costo sino también otros gastos asociados: seguros, impuestos, mantenimiento de una cuenta, gastos administrativos.
Monto. Este es un punto importante cuando uno tiene una cantidad de dinero para pagar obligaciones. Lo más probable es que no se puedan cancelar todas, entonces, debemos considerar las de vencimiento más urgente y las más caras.
Pero, aun así, el tema del monto es importante. Quizás sea más conveniente destinar el aguinaldo a una deuda de menor monto que podemos cancelar totalmente (y sacarnos un problema de encima) antes que pagar solo una parte de otra, por más que sea un poco más cara.
En esto no hay recetas para todos. Cada caso deberá analizarse en particular, teniendo en cuenta las circunstancias de cada familia.
Si bien hay mucha gente a la que no le gusta tener deudas y quiere cancelarlas apenas tiene algún dinero (como el aguinaldo), esta no es siempre la mejor opción.
Antes de cancelarla, bien vale averiguar cuánto podríamos ganar con esos fondos invertidos ¿y si es más de lo que ganaríamos cancelando o reduciendo la deuda?
Supongamos el caso de un crédito hipotecario (incluso en UVA), a una tasa real baja (5%, por ejemplo) a 20 años, con cuotas que, si bien crecen, son totalmente manejables con nuestro presupuesto. ¿Vale la pena adelantar cuotas y reducir una deuda que aliviará nuestras finanzas al final del plazo?
Para tener la respuesta hay que analizar las alternativas. Si ese dinero lo ponemos en alguna alternativa de inversión, podremos obtener un interés que, al menos, alcance la inflación (y la evolución del UVA). Si ese dinero lo necesitáramos para otra cosa y lo usamos para cancelar estos pagos ¿qué costo tendrá? Probablemente, muchísimos más alto que el crédito hipotecario.
Pero, una situación muy distinta podría darse si no puedo pagar las cuotas porque la plata no me alcanza y cancelar parte de la deuda reduce el pago mensual. En este caso, sí vale la pena.
Para terminar, el hecho de recibir un dinero superior a lo habitual (como el aguinaldo o cualquier pago extra) abre varias opciones y, en épocas en las cuales el dinero es tan caro (tasas altísimas de interés) es muy importante analizar la mejor alternativa para nuestro presupuesto familiar.
Recordá que lo importante es que esta decisión te permita hacer frente a todas tus obligaciones y necesidades tanto en lo inmediato (para evitar endeudarte) como en el futuro (para tener una mejor calidad de vida).
Por: comunidadpresupu-admin
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