El mercado bursátil puede parecer un mundo reservado sólo para especuladores o grandes inversores, pero no es así. Quienes tienen un pequeño capital también pueden acceder a esta alternativa para proteger sus ahorros.
En la Bolsa hay quienes hicieron fortunas y otros que las perdieron, pero, esos casos fueron excepcionales. Para evitar que la experiencia en el mercado de capitales se transforme en un dolor de cabeza, hay algunas reglas que deberíamos seguir.
En esta nota, Lucas Croce, especialista en inversiones y socio de DLC Asesores Financieros (http://www.dlc.com.ar), nos brinda los 10 mandamientos que tendríamos que cumplir si queremos invertir en los mercados sin perder en el camino el dinero que con sacrificio hemos generado y, además, obtener retornos que cubran nuestras expectativas.
Así como en nuestra empresa, comercio, estudio o familia elaboramos, más o menos puntillosamente, un plan que, teniendo en cuenta nuestros recursos, nos permita alcanzar una meta compatible con nuestro proyecto, con nuestro portafolio de inversión debemos hacer algo parecido.
En lo posible asesorado por un especialista, tenemos que determinar cuánto dinero invertir, a qué plazo aproximado, qué volatilidad estamos dispuestos a soportar y qué rendimiento queremos obtener.
Luego, y en función de esta información, controlaremos que nuestro asesor construya una cartera de activos que respete este perfil, que sea rebalanceada periódicamente, monitoreada en forma permanente y que apunte a cumplir con nuestros objetivos.
Un porcentaje de nuestro portafolio debería estar destinado a aprovechar esas oportunidades con las que los mercados nos sorprenden casi a diario.
Un balance inesperadamente mejorado, un contrato millonario que multiplicará la facturación de una (hasta entonces) pequeña empresa, una suba en la calificación crediticia de la deuda de un país o compañía, son sólo algunos de los eventos que pueden disparar una gran suba y dar a nuestras inversiones un impulso no previsto originalmente.
Concentrar un alto porcentaje de nuestra cartera en un solo tipo de activo, pensando que tenemos, por usar términos hípicos, una “fija”, no solo no genera resultados de largo plazo sino que es potencialmente muy riesgoso.
El dicho popular que habla de “no poner todos los huevos en una misma canasta” es en los mercados un mandamiento de cumplimiento obligatorio. Tenemos que diversificar por tipo de activo (acciones, bonos, etc.), por industria, por calificación crediticia, por región, por país, por nivel de riesgo y por liquidez. Y destinar a cada porción el peso específico necesario para que se cumpla nuestra estrategia.
Así dormiremos tranquilos. Salvo casos de crisis muy severas, una cartera bien diversificada nunca nos hará pasar un mal rato.
El universo de los instrumentos financieros ya no se reduce a los Estados Unidos, Europa Occidental y Japón. Una cartera que se precie de profesional no puede prescindir de tener porcentajes acotados de activos chinos, hindúes, rusos y brasileños (el ya famoso BRIC), ni de otros países emergentes, como Perú, Chile o la Argentina.
Debemos controlar nuestra ansiedad y enfrentar nuestra experiencia como inversores con el espíritu de quien corre una maratón, no una carrera de 100 metros llanos.
Esto significa que, si con nuestro asesor hemos desarrollado una estrategia a cinco años, no deberíamos desesperarnos si en el primero no vemos los resultados esperados.
Recordemos: lo peor que puede pasarnos es lo que nos ocurre cuando conduciendo nuestro automóvil y hartos de esperar que la fila avance, nos cambiamos a la de al lado solo para comprobar cómo en ese mismo minuto se detiene la nueva mientras comienza a moverse fluidamente la que acabamos de abandonar.
El punto anterior no quiere decir que no tengamos la disciplina necesaria para no permitir que una fuerte caída de alguna de las posiciones que tenemos en cartera nos arruine el trabajo de largo tiempo y nos condene a esperar muchos meses para volver al nivel de capital previo.
Tenemos que limitar la pérdida de cualquier activo a no más del 10% al 15%, y no olvidar que algo que baja un 50% tiene que subir un 100% para volver a su precio anterior.
No debemos apurarnos a vender una inversión que nos ha dado buenos réditos, pero tampoco tenemos que ser codiciosos.
Una vez alcanzado un retorno importante, tomemos esa ganancia (que recién en ese momento será nuestra) y reinvirtámosla.
Nuestro portafolio de inversión no es estático como una foto, sino dinámico como una película.
Exijamos a nuestro asesor que monitoree y haga un rebalanceo periódico de las posiciones, a fin de evitar que los movimientos de precios cambien con el tiempo la configuración original de nuestra cartera.
Una cosa es actuar con convicción e invertir en acciones de la compañía ACME convencidos de que operan un gran negocio de miles de millones de facturación y márgenes nunca vistos en un sector de crecimiento exponencial, y otra muy distinta es, en caso de que esas expectativas no se cumplan, quedarnos porfiadamente a ver cómo perdemos dinero por no reconocer nuestro error.
Todos nos equivocamos, y comprar una acción no debería ser igual a enamorarse de ella. Acá no hay nada personal, sólo negocios y dinero. Guardemos nuestro ego para mejores causas porque, aunque nos cueste aceptarlo, el mercado siempre tiene razón.
Invertir, como se puede ver y contrariamente a lo que muchos piensan, no es apostar, sino una manera profesional de proteger e incrementar el dinero ganado con nuestro trabajo. Si a usted le gusta jugar, vaya al casino, que es mucho más divertido, y deje los mercados financieros para cuando esté decidido a cumplir estos 10 mandamientos.
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Por: comunidadpresupu-admin
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Muy bueno Paula, ahora a invertir! Saludos