Además del interés de financiación, las tarjetas de crédito tienen costos asociados que encarecen los consumos. Desde gastos administrativos hasta impuestos.
Como muchas herramientas financieras, el uso de tarjetas de crédito puede generar beneficios y simplificar nuestros pagos. Sin embargo, hay costos que tenemos que tener en cuenta cuando las usamos.
En esta nota, vamos a ver cuáles son los componentes que encarecen la utilización de este medio de pago. Siempre es bueno conocerlos para tratar de minimizarlos o evitarlos, en la medida de lo posible.
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Aunque compremos productos en cuotas sin interés, esto no quiere decir que la tarjeta no los aplique luego.
Cabe aclarar que, las tasas son bastante elevadas en términos reales (si les descontamos la inflación).
En octubre 2025, la Tasa Nominal Anual (TNA) supera el 95%, la Tasa Efectiva Anual (TEA) está más de 150%, pero el Costo Financiero Total (CFT) es más del 200%. Este último es el que tenemos que mirar porque es lo que nos cuesta usar la tarjeta para financiarnos.
¿Cuándo se aplica el interés? Hay dos tipos de tasas de interés:
Interés por financiación. Es el costo que nos cobran por financiar el saldo. Cuando optamos por no pagar todo el vencimiento del mes (el pago mínimo o un monto algo mayor), lo que queda para el mes siguiente se abona con este interés.
Si elegimos financiar el resumen del mes en cuotas (en general, las tarjetas dan la opción en la misma boleta de pago), también pagaremos intereses por financiación.
Esta tasa también se incluye cuando retiramos adelantos en efectivo con la tarjeta (de un cajero, una caja de supermercado, u otro canal).
Intereses punitorios. Este costo se aplica en el caso de que no cumplamos con el pago del mes. Es decir, no abonemos el pago mínimo, o las cuotas que vencen y que teníamos comprometidas.
El interés se aplica sobre el monto del incumplimiento y se suma al interés de financiación.
El impuesto más importante es el IVA (Impuesto al Valor Agregado) aunque no es el único porque también hay impuestos provinciales (Ingresos Brutos y Sellos).
Cada uno se contabiliza sobre diferentes conceptos:
Es un monto fijo que se cobra una vez al año y suele ser bastante elevado. Por esta razón, muchos bancos lo dividen en dos o tres cuotas mensuales.
Además de lo que cobra el banco, hay que sumarle el Impuesto al Valor Agregado (IVA) del 21%.
¿Cómo reducirlo? Antes de contratar una nueva tarjeta de crédito conocer cuánto es este gasto. Tratar de elegir el plástico más barato y tratar de quedarse con una o, a lo sumo, dos tarjetas; no más.
Muchos bancos tienen bonificado este costo en paquetes especiales.
Otro tema importante es el tipo de tarjeta que tenemos. En un mismo banco, las más básicas, para compras nacionales y con menos límites, tienen un costo más bajo. En cambio, las internacionales, Gold, platinum o black, nos dan más prestaciones y más límites, pero son más caras de mantener.
Siempre es mejor pagar por lo que uno va a usar; de nada sirve tener un montón de beneficios (que, indirectamente, se cobran) si no los necesitamos.
¡Ojo con las promociones! Muchas veces nos ofrecen plásticos nuevos con gastos bonificados por un año o dos. Es posible que estemos tentados a aceptarlos pero, si no los usamos y no los damos de baja, al terminar la promoción nos van a empezar a cobrar sin darnos cuenta.
Se pueden aplicar como gastos de mantenimiento o de envío de resumen (aunque ahora, la mayoría son digitales).
Es igual que el gasto anterior, pero se cobra solamente si tenemos que realizar un pago en ese mes (aunque sea de débito automático). También está gravado con el 21% del IVA y es más alto si la tarjeta es internacional o si es Premium.
Aquí va la misma recomendación que el caso anterior: tratar de usar siempre la misma tarjeta y no tener premium si no la necesitamos.
En forma opcional, las tarjetas aseguran el saldo deudor y cobran un porcentaje sobre el monto total que debe (no sólo lo que vence en el mes sino las cuotas pendientes también). Si el titular del plástico muere, su deuda queda cancelada.
En algunos casos, también se ofrecen seguros sobre el saldo adeudado en caso de pérdida de trabajo u otras cuestiones similares. Estos son seguros optativos y cada persona tiene que dar su consentimiento para que se lo apliquen.

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Por: Paula Martinez