Cuando hay una inflación tan alta y persistente como en la Argentina, nuestro dinero pierde valor rápidamente y nuestro presupuesto se ve expuesto a tensiones importantes porque sentimos que la plata no nos alcanza para nada.
Por esta razón, tenemos que adoptar algunas prácticas que no son habituales en países con una economía más estable, como modo de reducir lo más posible el impacto inflacionario en nuestros bolsillos.
En particular, hay que prestar atención no solo al monto actual sino a la evolución de ingresos, gastos, deudas y ahorros y revisar nuestra planificación para ajustar desfasajes.
En esta nota, dejamos algunos consejos que te servirán para gestionar mejor tu dinero.
El paso del tiempo hace perder valor al dinero. La mejor estrategia, entonces, es tratar de retrasar los pagos y cobrar lo antes posible.
Ingresos. Quien recibe un sueldo fijo, difícilmente pueda modificar cuándo cobra. Pero en el caso de una actividad independiente o un negocio, hay que tratar de achicar plazos para esto.
Gastos. Pagar todas las obligaciones del mes apenas tenemos dinero puede ser un bueno para organizarnos y no olvidarnos, pero financieramente no es conveniente. Abonar al vencimiento nos libera dinero inmediato para otros usos y, muchas veces, nos evita usar descubierto o fuentes de financiamiento muy caras.
Pago con tarjeta. Siempre que la tasa de interés sea menor a la inflación, “patear” los pagos para más adelante es mejor. Por supuesto, si hay cuotas sin interés, hay que aprovecharlas.
Pero ¡ojo! hay que evitar sobre endeudarse; si no vamos a poder pagar la tarjeta al vencimiento, financiarlo nos saldrá muchísimo más caro. Además, las tarjetas de crédito tienen impuestos que generan un costo por encima del pago de contado.
A la hora de planificar el resto del año, lo primero es armar un presupuesto con los valores actuales: ingresos, gastos, nivel de ahorro, pago de deudas.
Pero, para los próximos meses hay que mirar uno por uno los rubros y ver cuáles suben constantemente todos los meses (alimentos, combustibles) y cuáles van subiendo de “a saltos” (cuotas de colegio, alquiler, seguros del auto, nuestros ingresos).
Los primeros son más suaves pero en a lo largo del tiempo pueden ser importantes; los segundos aumentan de golpe y generan un impacto de un momento a otro que puede ser difícil de afrontar.
Para proyectar unos y otros se puede tomar el comportamiento de años anteriores, ajustados con la variación de los últimos meses en cada rubro.
Que haya inflación no significa que no podamos planificar (al menos, a mediano plazo) y, aún en estos contextos, armar un presupuesto anual nos permite ordenar mejor ingresos y gastos a lo largo del año.
Pero la suba de precios tan alta como la que estamos viviendo en los últimos años y en los primeros meses de 2022 (¡ya llevamos un 16,1% en el primer trimestre!) puede complicar todos los planes.
Por esta razón, es aconsejable volver a armar, como mucho cada tres meses (mejor si es todos los meses), nuestro presupuesto y ver si se están cumpliendo los supuestos que habíamos planteado, atendiendo a estas cuestiones:
Revisar prioridades. En estas épocas es muy común pensar que el dinero no dura nada. Por eso hay que cuidar esos pequeños gastos diarios que nos parecen insignificantes, porque sumados ahora son un monto importante.
Apuntar a lo que realmente necesitamos y dejar lo superfluo para otro momento, es lo mejor en estos momentos.
Comprar lo justo. No comprar de más es siempre un buen consejo y mucho más cuando hay inflación. Anticipar compras que no necesitaremos en lo inmediato no es conveniente (volvemos al consejo #1, de postergar los pagos). Estamos usando dinero que podríamos necesitar para otros fines (y, si no lo tenemos, deberemos pedir prestado con costos financieros muy altos).
Cambios en precios relativos. Quizá teníamos un presupuesto equilibrado entre distintos rubros, pero la inflación distorsiona todo, algunas cosas suben más que otras y esto hace que haya ítems que ocupen un mayor porcentaje en nuestros gastos.
Un ejemplo: los alimentos subieron en el primer trimestre de 2022, un 20,2%; el índice general, un 16,1%; y la vivienda y los servicios (luz, agua y gas), sólo 12,7%, según Indec. Así, tendremos que destinar más dinero a la alimentación que lo que teníamos previsto.
Gastos fijos. Este tipo de gastos son muy importantes y tienen varias particularidades que hacen que los tengamos que tratar diferente de los demás. En primer lugar, en general, son decisiones que se toman una vez y duran mucho tiempo porque dependen del lugar donde vamos a vivir, el colegio al que van nuestros hijos, o el auto que tenemos. Hablamos, por ejemplo, de alquileres, cuotas de créditos hipotecarios, expensas, educación, seguros.
Otra característica es que no suben todo el tiempo sino que aumentan dos, tres o cuatro veces al año, pero en porcentajes importantes. Es importante revisar el impacto que tienen en nuestras cuentas y analizar si se pueden ver opciones más económicas.
Como muchas veces decimos, tener deudas no es ni bueno ni malo. Lo importante es el para qué (el destino del dinero) y el cómo (las condiciones).
En épocas inflacionarias, un buen financiamiento nos puede ayudar a aprovechar mejor el dinero que tenemos hoy o a salir de situaciones complicadas. Por el contrario, un mal endeudamiento nos puede generar dificultades o agravarlas si ya las tenemos.
Compras en cuotas. Como dijimos al principio, postergar los pagos en varios meses en lugar de hacerlo todo junto es una buena opción. Pero, siempre y cuando sean cuotas sin interés o el recargo sea bastante menor a la inflación (hay que sumar siempre los impuestos a la hora del costo total).
Préstamos a tasa fija. Si tenemos posibilidad de acceder a una línea de crédito a tasa fija, con un costo financiero total inferior a la inflación (no la actual sino la prevista para el futuro), lo podemos aprovechar. Pero, siempre teniendo en cuenta que sea dinero que realmente necesitamos, no hay que asumir compromisos porque sí.
Créditos para producir. Para quienes tienen emprendimientos, negocios o empresas, hay algunas líneas bancarias subsidiadas a muy buena tasa. Capitalizarse para comprar herramientas, insumos o crecer, es una buena inversión.
Cuando cobramos el sueldo o un ingreso mensual, y tenemos cuentas por pagar el día 20, la inflación va disminuyendo el poder de compra de ese dinero. Aunque parezca poco monto y la tasa de interés no compense la inflación, lo mejor es poner ese dinero en opciones que generen un rendimiento.
Esto es mucho más importante si se trata de una persona que tiene ingresos variables. Porque puede haber meses con una concentración de cobros importantes, separados de los pagos. Durante ese tiempo, el dinero tiene que seguir trabajando para no perder (tanto) poder de compra.
Al tratarse de dinero que tiene que estar disponible cuando lo necesitemos, debemos buscar opciones conservadoras y muy líquidas.
Lo más fácil (que está al alcance de cualquiera) es poner dinero en Fondos Comunes de Inversión (FCI) de dinero o de renta fija muy conservadora, con disponibilidad inmediata o en 24 horas. Es mucho más sencillo de lo que parece y se puede hacer desde la app o el Homebanking de nuestro banco. La tasa de interés es menor que la inflación, pero es mejor que nada.
Precisamente, las billeteras con cuentas virtuales (Mercado Pago, Ualá) que ofrecen rendimientos de los saldos trabajan con FCI de bancos (aunque muy pocos saben, están invirtiendo).
Revisar inversiones. Por último, cuando se trata de dinero invertido a largo plazo, la inflación no debería modificar tanto las decisiones, pero en estos momentos es importante rever estos planes en forma periódica.
Tanto en Argentina como en el mundo, las variables están cambiando mucho y la incertidumbre aumenta. Por esta razón, deberíamos volver a ver más seguido si hay que hacer algún ajuste en nuestra cartera de inversión.
Por: Paula Martinez
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