Cuota. Con las salvedades anteriores, en general, es mejor pagar menos por mes y estirar plazos, porque se hace más fácil de cumplir. Una recomendación: el total de cuotas que pagamos por mes (tarjetas de crédito y distintos tipos de préstamos) no debe exceder el 30% de nuestro ingreso.
Tasa de interés. Sin duda, la tasa de interés nominal (TNA) es el primer elemento que indica el costo. Aquí hay que considerar que, mientras más largo el plazo, más se notarán pequeñas diferencias en distintas tasas de interés.
Costo financiero total (CFT). Este es el principal elemento para comparar distintas opciones crediticias. Se forma con la tasa de interés más todos los otros gastos, fijos o variables, que se agregan. Estos incluyen: gastos de otorgamiento (se cobran de una vez al inicio y, por lo general, se restan del monto que uno recibe), gastos administrativos (se agregan a la cuota), seguros de vida, de incendio (en créditos hipotecarios) o del automotor (créditos prendarios), e impuestos. El IVA (tasa general del 21%) se cobra sobre los intereses y todos los gastos; hay algunas entidades no bancarias (colegios profesionales, mutuales) que están exentas de este impuesto.
Como comparar. Lo mejor para elegir es para cada una de las opciones tener una simulación de la cuota a distintos montos y plazos (en algunos casos, se puede hacer por Internet, en otros, se pide cuando se hacen las averiguaciones. Así, podremos elegir la cuota más barata para el monto y el plazo más conveniente.
– ¿Cuándo me conviene tomar un préstamo?
– Claves para usar tu tarjeta de crédito.
– 10 preguntas para hacer antes de sacar un préstamo prendario.
Por: Paula Martinez
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